Te entiendo. Lo sé. Conozco a perfección esa sensación de sobrecarga emocional, ese estallido, ese big bang que se produce dentro de tu cráneo alterando todo tu ser cuando físicamente y a ojos de los demás todo parece estar en calma.
Esa sensación. Esa tormenta interna, ebullición volcánica a punto de estallar, enana roja, nacimiento estelar. Lo comprendo. Lo he experimentado, lo sigo experimentando y algún día desaparecerá. Llámalo TOC, depresión, ansiedad. Llámalo incomprensión social, duelo, luto, soledad. Llámalo como quieras, pero ignorarlo no hará que desaparezcan esas miles de emociones contradictorias que recorren cada una de tus venas y arterias tomando el control de tus pensamientos y acciones.
Te entiendo. Sé lo que es querer estar todo el día tumbada en la cama bajo el refugio de tu edredón llorando a moco tendido, siendo como todo tu ser estalla en miles de cientos de pedazos de átomos que vuelan a galaxias lejanas. Gritar contra la almohada notando como con cada gemido una estrella dentro de ti se apaga.
Sé lo que es ser absorbida por un agujero negro en contra de tu voluntad, viendo como te aleja de los colores que te rodeaban, de las risas, cosquillas, personas, universos y metrallas. Es un sentimiento ambivalente, el no querer estar ahí pero desear la agradable sensación de tu cuerpo desintegrándose a la nada.
Asi es justo como me siento yo hoy. Y te confieso que , a medida que lo voy aceptando, que estar mal es lo que toca, me siento mas aliviado. Al menos de la presion de la sociedad del estar bien por obligacion. No se si me entiendes
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