Querida Yo:
Soy Yo Misma, es decir, tú. Pero no cualquier tú, soy el tú más profundo e inconsciente que escondes a la vez que buscas. Te escribo esta carta para pedirte que dejes de escondernos, al fin y al cabo, somos la misma persona, aunque tú solo muestres lo que crees que quieres mostrar, o lo que te han enseñado.
Una vez leí que las personas somos seres tan tornadizos que acabos por creernos aquello que fingimos. Deja de fingir que me buscas pero no me encuentras, ambas sabemos que no me aceptas y que sólo aparentas buscarme mientras cavas hacia fuera, en lugar de mirar hacia dentro.
Reconócelo, nunca has sabido muy bien cómo demostrar tus sentimientos. Te hirieron tantas veces que decidiste crear un muro infranqueable, construir ese aspecto de chica fuerte y dura que todo le resbala cuando en realidad, y ambas lo sabemos, las cosas te afectan demasiado, pero en lugar de pedir ayuda prefieres llorar a escondidas. Pero todas esas cosas, la mayoría de adjetivos con los que te identificas, no son más que etiquetas que alguien te puso un día sin conocer la realidad, ni tu trastorno, traumas, experiencias vitales o infiernos por los que estabas pasando. Sé que a veces te aferras a ellos como a un clavo ardiendo, bien porque llevas demasiados años fingiendo o creyendo ser lo que no eres, o bien porque no te crees merecedora de aquellos halagos y virtudes que te corresponden.
Déjame que te aclare una cosa, no eres malhumorada, al contrario, eres una persona risueña y alegre que a veces tiene tal cantidad de ansiedad que le sale como ira, pero tú no eres así; no eres borde por naturaleza, has aprendido a crear esa imagen defensiva que asusta a la gente para protegerte de los sentimientos, pero ambas sabemos que eres una persona buena, cariñosa, leal, empática y buena amiga; el resto es solo fachada.
¿Recuerdas la entrada que escribiste el otro día? Tú no eres TOC, por tanto, tampoco eres aquellos adjetivos que van ligados a él y que te pusieron o te pusiste por no saber gestionar tus emociones, pero esa no eres tú, no eres controladora, perfeccionista, cabezona, miedica, radical, agresiva, mandona, desconfiada ni cobarde. Mucho menos cobarde, no te quites méritos, eres valiente. Muy valiente. Cualquiera no se enfrenta a sus miedos y lucha como tú contra la estigmatización aún con el riesgo a ser juzgada. Valiente. Eso es lo que eres. Por atreverte a coger a tus pesadillas por los cuernos y lanzarlas lejos, muy lejos.
Eres justa, no soportas las injusticias y te revelas contra ellas, por mucho que eso te haya y te haga sufrir, sé que estas orgullosa de ello. Deja de compararte con los demás, coges lo mejor de cada uno y creas un prototipo de persona perfecta inalcanzable, cada uno tiene sus virtudes y defectos. En lugar de eso, cierra los ojos, mira dentro y encuéntrame. Reconoce mi existencia. Abraza a ese Yo resolutivo, a ese Yo que le gustan los retos, con mente creativa, perseverante, organizada. Admira su buena memoria en lugar de negarla, admite su tolerancia hacia la diversidad. Reconoce ya de una vez por todas que eres inteligente, con una mente ágil, una buena hermana, hija y amiga.
Cuidado, no digo que seas perfecta, la perfección no existe. Pero en lugar de magnificar tus errores y rebozarte en el lodo de tus defectos, deja que salgan a relucir tus virtudes. Sigue escribiendo y recitando con esos preciosos labios que tienes. No estás gorda, por mucho que te lo hayan metido en la cabeza, ama a tu cuerpo, es el único que tienes, así que no lo destroces. Recuerda que los espejos pueden producir imágenes distorsionadas por los cánones de belleza de la sociedad. No eres fea. No eres gorda. Tu cuerpo no da asco. Tú no das asco. Eres una persona bella con ese pedazo de corazón y humanidad que no te cabe en el cuerpo. Quiérete. Quiérenos.
Tú decides, yo sólo te pido que me reconozcas, que dejes de esconderme, que te muestres tal y como eres, cariñosa, ansiosa de abrazos, reconociendo tus virtudes y trabajando tus defectos.
TÚ DECIDES
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