Aquí os dejo algunos fragmentos del libro de Damián Alcolea, Tocados, donde nos enseña que nosotros tenemos la llave para controlar a nuestro TOC. Donde muestra lo que puede ser el día a día de un TOCado. Donde nos deja palabras de ánimo y ganas de vivir:
<<Dedico este libro a todo aquel que alguna vez se haya sentido el raro del instituto,
de su grupo de amigos,
o incluso, de su propia familia.
A todo aquel que se haya sentido en algún momento imperfecto o defectuoso por su peculiaridad.
A todo aquel que aún no ha encontrado la salida d el laberinto y que, en algún momento, quizá dejó de creer que existía.
A todo aquel que está luchando contra un trastorno mental, enfrentándose tristemente en muchos casos, a la incomprensión de la gente que ama y a la terrible soledad.
No estás solo.
No eres único.
Eres suficiente. Eres valioso. Eres perfecto.
Si estás "tocado", no es por una tara, sino por una oportunidad.
Hay salida. Y tú tienes la llave.
No lo olvides nunca. >>
<< Yo creo que todos, en general, en nuestra sociedad tenemos pánico a no ser valiosos y tememos no merecernos la felicidad que tanto ansiamos.
Creemos que para alcanzarla nos falta ser más "algo" o deberíamos ser menos "algo".
Pero esta creencia está especialmente acentuada en los pacientes con TOC.
Nunca somos perfectos.
Lo que hacemos nunca es suficiente y nunca somos lo suficientemente buenos. >>
<< Una vez los animales del bosque organizaron unas olimpiadas. Las ranas querían demostrar que eran tan audaces que podían ascender por el tronco del majestuoso roble. Pero, pronto, una a una fueron cayendo desde diferentes puntos de la corteza, pues la tarea parecía prácticamente imposible. Al final, tan solo quedaba una pequeña ranita, que se resistía a tirar la toalla. Los animales del bosque le gritaban: "¡No puedes conseguirlo!", "¡Eres demasiado pequeña!", "¡No lo lograrás!". Pero ella siguió saltando con fuerza de una rama a otra hasta que llegó a lo más alto de la copa. Los animales la coronaron como el animal más audaz del bosque. Entonces, el oso le preguntó como había sido capaz de encontrar la fuerza para conseguir su propósito a pesar de los enérgicos gritos de desánimo. La ranita no contestó. Y es que era sorda. >>
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